Un juego de rol especialmente pensado para la infancia, con reglas sencillas pensadas para hacer amena la experiencia de rol con los peques. Con una ambientación cargada de sorpresas, donde el único límite es la imaginación, podrás descubrir los misterios de la gran dama azul, enfrentaron a seres mitológicos mientras luchas por no ser abordado por otras compañías piratas. Luce tus mejores galas y Haz frente a los malos ratos que puedas pasar. ¡La recompensa está más cerca de lo que esperas.
Módulos para 8 tesoros
El náufrago (por el detective Papaya). Nuestra travesía comenzará en lo alto de la cofa de La Lejanía. Tiburcio Astilla, nuestro vigía nos alertará de la presencia de señales de humo en una isla al sur de Desconocida, la misteriosa isla Ignota, que fue refugio de pescadores en el pasado. Al acercarse el barco a la orilla, solo encontrarán un campamento recién abandonado. ¿Puede tratarse de una trampa? Aventuraros por esta misteriosa isla de la región de El Verde Infinito y descubrid que hay de extraño en las misteriosas señales de humo.
Senderos de arena y pena (por el detective Papaya). Había pasado una jornada desde el rescate de Venancio de Caspe, un antiguo miembro de la tripulación del barco conocido como El Cruzado de la Noche, cuando el vigía Astilla gritó desde lo alto de la cofa: “¡Tierra a la vista, mi capitán!”...
Los vendedores de humo (por el detective Papaya). Continuación de Senderos de arena y pena). Naran había desaparecido sin dejar rastro al caer el sol en la Punta de la Desolación. El jefe de la tribu de los Nómadas, Gantulga os convocará a todos alrededor del fuego.
Aullidos en La Grandiosa (por el detective Papaya). Las pocas ocasiones en las que la tripulación de La Lejanía recibe noticias de sus familias suelen ocurrir al visitar las poblaciones donde sus familiares residen o comercian.
Severino (por el detective Papaya). Severino sabía que su vida no era sencilla. Desde que era un crío había pasado más tiempo en la calle que con sus padres.
Atrapadas (por el detective Papaya). Amanece lentamente. El sol cruza las ventanas de las cabañas apiñadas en el pequeño islote de Calaveritas.
